sábado, 4 de febrero de 2017

El Carnaval en Cartagena en 1917





Carnavalina modernista, poema de Fr. Jacobo Publicado en Cyrano el 16 de febrero de 1917

Una dama parisina,
          un si es no es versallesca,
         de blondo cabello etíope,
      y ojos de color de cera,
        pensó pasar estas noches
   gótico-carnavalescas,
     viviendo la vida mansa
   del disfraz y la careta.
 
          Y pensado y hecho hundió
       sus redondeces goyescas
   en cachemir bizantino
      y en cismáticas esencias
                  y se fue a un baile de máscaras,
   asaz pálida e inquieta.
 
     Pensó dar a los sentires
    que su alma amarillean
            quietudes de esfinge estóica
     y ensoñares de palmera,
            y ¡oh, caprichos de Medusa!
            y ¡oh, charangas indiscretas!
     allí, piernasuelteándose,
       se encontró la versallesca
      con el galán donjuanesco
       que le estropeó sus siestas
 entre frases ambarinas
  y marfileñas promesas.
 
 Y allí fue Troya, y allí
  el galán con frases feas
            desgranó conceptos pútridos,
                                                                y la dama versallesca
    llenó el líquido incoloro
    de sus lágrimas de persa
       las cuevas de sus mejillas,
flácidas y macilentas,
  y tumbalarguideándose
       en el quicio de una puerta,
   rasgó el bizantino traje, 
            mordió con furia sus medias, 
cadaverizó su yo
     en polícromas cadencias,
                                                                y juró por los amores
    del lirio y la selva negra
   no discurrir por salones
   con disfraz y con careta
    hasta no conjuncionarse
al cisne de la cisterna
    cuando la laguna estigia
le acariciaba la pierna
  y en sus abrileños rizos
                                                                rozara la ténue hierba
          que dio a Reno la hipertrofia
     y el color a la oropéndola.
 

Las asociaciones del Casino, el Ateneo y el Club Victoria se daban cita organizando sus propios bailes de sociedad. Lo hacían en el Teatro Principal de manera alterna desde el domingo de Carnaval. El Baile de Piñata en el Casino era de carácter más aristocrático. Mientras que las clases menos pudientes podían asistir a uno de los tres grandes bailes que organizaba el Centro Popular Cartagenero en el Teatro Circo.

Las fiestas de Carnaval quedaron reducidas a la calle Mayor, según la prensa de 1917, llena de papelillos y serpentinas. Tengamos en cuenta que las comparsas y charangas frecuentaban los lugares donde podían obtener más público y más dinero.
La calle Mayor era donde confluían las gentes que acudían a los distintos bailes de máscaras que se daban en el Casino y en el Teatro Principal.
Era el corazón de todas las celebraciones, y lo sigue siendo. Del Carnaval y de la Semana Santa. 

La gente joven se dispone a divertirse el próximo Carnaval. Según nuestras noticias, el lunes, segundo día, por la tarde, darán los Exploradores en el teatro Principal un animado baile, al que concurrirán, además de las niñas que han trabajado en el festival del pasado domingo, que lucirán los preciosos trajes que en aquel sacaron, los hijos de los socios del Casino, Ateneo y Club Victoria.
Entre los pequeños danzarines reina el mayor entusiasmo, pues la fiesta, para la que es indispensable el traje de máscara en los niños, promete gran brillantez.
El Porvenir, 08/02/1917

El día anterior, domingo, el Centro Popular Cartagenero había celebrado un baile infantil de piñata para sus asociados en el Teatro Circo, de cuatro a siete. 

Las comparsas de Carnaval, además de las populares de Alvira, Los Carthagos o Los blancos y azules, también estaban constituidas por estudiantinas como la de la Cruz Roja, de carácter benéfico. Esta era una orquesta compuesta de guitarras, bandurrias y laúdes dirigida por don Paco Peragón y en los coros por don Isidoro Nájera y don Pedro Egea. El músico don Ángel Rogel también participaba con su estudiantina para recoger fondos destinados a la Casa de Expósitos. Un año llegó a recaudar 1.219 reales.




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