sábado, 4 de febrero de 2017

Teatro Circo. Febrero 1917








En el antiguo Teatro Circo tenía lugar la actuación del tenor Sagi-Barba con La princesa del dollar el día 6, con su Compañía, donde también figuraba la que sería su esposa, la tiple Luisa Vela. Además estaban programadas las obras Maruxa, El asombro de Damasco, Las golondrinas, La tempestad, Los cadetes de la reina, El guitarrico y Molinos de viento.
El empresario que llevaba el teatro consiguió la primera actuación del pianista Arthur Rubinstein en Cartagena. No para el mes de febrero, pero ya se anunciaba la venta de abonos para los dos conciertos que ofrecería en marzo, los días 5 y 6, en el kiosko de enfrente de Capitanía por 5 pesetas. El joven pianista polaco interpretaría piezas de la Suite Iberia y el Carnaval de Schumann.

Festival de los Exploradores en el Teatro Circo el 4 de febrero de 1917

Exploradores del Mar. 1916





Función organizada por su Consejo directivo local que con periodicidad anual se celebraba benéficamente con asistencia de las más altas autoridades del orden civil y militar.
 
Tras unos números de gimnasia sueca, demostraciones de la patrulla sanitaria con prácticas de curación, vendaje y conducción de heridos, se interpretó el Himno de los Exploradores Cartageneros con letra del poeta don Miguel Pelayo y música de don Ángel Rogel.
 
Seguidamente se procedió a la representación dramática de las zarzuelas El Alcalde interino y Agua, azucarillos y aguardiente, con un éxito inusual por tratarse de niños, destacando la prensa la labor de conjunto, la naturalidad y la afinación.
 
Se señalan algunos nombres protagonistas como Maruja Pagán y Asunción Sánchez Paris, el papel cómico de Joaquín Barceló o el de Vicente Chiralt. También Rafael Valls o Pepe García Ballester. Es decir, chicos y chicas que procedían de lo más florido de la sociedad burguesa cartagenera. Se destaca el papel sobresaliente de los coros de zamoranos y zamoranas en la primera zarzuela.
 
En la segunda brillaron Tita Poch, Angelita Rogel, Paulina Siminiani y Amelia Valls. Entre los chicos, Pepe Rogel, José Benedicto, Antonio Pérez Calín o Ricardo Rodríguez, haciendo también una alusión al buen hacer de los coros.
 
Terminaron recitando una poesía de los hermanos Quintero escrita expresamente para el festival con los consabidos Viva a España.
 
Se felicitaba a don Ángel Rogel y don Juan Letang por la dirección de la orquesta y de escena, respectivamente.
Las entradas de platea eran a 10 pesetas y el teatro se llenaba, tanta era la popularidad de los exploradores, con domicilio social en Príncipe de Vergara, 1. 



El Festival de los Exploradores, 21 junio 1918

El próximo domingo se celebrará en el Teatro Circo una extraordinaria función que los exploradores cartageneros ofrecen a su amada ciudad y cuyos productos serán destinados a completar la instalación en su nueva casa social, de un cinematógrafo instructivo, gimnasia y aparatos proyectores para ilustrar la labor educadora de los conferenciantes y otras instalaciones propias para fortalecer la misión que persigue la Institución de los Exploradores de España.
El programa de tan notable velada es el siguiente:
Himno local “Carthago”, letra y música, respectivamente, de nuestros inspirados paisanos don Miguel Pelayo y don Ángel Rogel.
2º Estreno del entremés de los Hermanos Quintero, “Lectura y Escritura”, desempeñado por las distinguidas señoritas Caridad Arnau y Angelita Rogel.
3º La preciosa zarzuela del maestro Rogel (padre), letra de Puente y Brañas, “El Último Figurín”, cuya interpretación estará a cargo de la señorita Ángeles Rogel y los exploradores Manuel Martínez, Carmelo Martínez Peñalver y Ricardo Rodríguez.
4º “Tonadillas Españolas” por la encantadora niña de 6 años Presentación del Cerro, cuyas maravillosas dotes artísticas exceden a todo elogio.
La acompañará al piano la señorita María Luisa del Cerro.
Clou de la Fiesta: Grandiosa representación de la popular zarzuela, joya del arte lírico español, letra de don Miguel Echegaray y música del maestro Fernández Caballero, “Gigantes y Cabezudos”.
Seguro es que el domingo en la noche se verá rebosante de público el hermoso coliseo de la calle de Sagasta.
El Eco de Cartagena, 21 de junio de 1918.

El Carnaval en Cartagena en 1917





Carnavalina modernista, poema de Fr. Jacobo Publicado en Cyrano el 16 de febrero de 1917

Una dama parisina,
          un si es no es versallesca,
         de blondo cabello etíope,
      y ojos de color de cera,
        pensó pasar estas noches
   gótico-carnavalescas,
     viviendo la vida mansa
   del disfraz y la careta.
 
          Y pensado y hecho hundió
       sus redondeces goyescas
   en cachemir bizantino
      y en cismáticas esencias
                  y se fue a un baile de máscaras,
   asaz pálida e inquieta.
 
     Pensó dar a los sentires
    que su alma amarillean
            quietudes de esfinge estóica
     y ensoñares de palmera,
            y ¡oh, caprichos de Medusa!
            y ¡oh, charangas indiscretas!
     allí, piernasuelteándose,
       se encontró la versallesca
      con el galán donjuanesco
       que le estropeó sus siestas
 entre frases ambarinas
  y marfileñas promesas.
 
 Y allí fue Troya, y allí
  el galán con frases feas
            desgranó conceptos pútridos,
                                                                y la dama versallesca
    llenó el líquido incoloro
    de sus lágrimas de persa
       las cuevas de sus mejillas,
flácidas y macilentas,
  y tumbalarguideándose
       en el quicio de una puerta,
   rasgó el bizantino traje, 
            mordió con furia sus medias, 
cadaverizó su yo
     en polícromas cadencias,
                                                                y juró por los amores
    del lirio y la selva negra
   no discurrir por salones
   con disfraz y con careta
    hasta no conjuncionarse
al cisne de la cisterna
    cuando la laguna estigia
le acariciaba la pierna
  y en sus abrileños rizos
                                                                rozara la ténue hierba
          que dio a Reno la hipertrofia
     y el color a la oropéndola.
 

Las asociaciones del Casino, el Ateneo y el Club Victoria se daban cita organizando sus propios bailes de sociedad. Lo hacían en el Teatro Principal de manera alterna desde el domingo de Carnaval. El Baile de Piñata en el Casino era de carácter más aristocrático. Mientras que las clases menos pudientes podían asistir a uno de los tres grandes bailes que organizaba el Centro Popular Cartagenero en el Teatro Circo.

Las fiestas de Carnaval quedaron reducidas a la calle Mayor, según la prensa de 1917, llena de papelillos y serpentinas. Tengamos en cuenta que las comparsas y charangas frecuentaban los lugares donde podían obtener más público y más dinero.
La calle Mayor era donde confluían las gentes que acudían a los distintos bailes de máscaras que se daban en el Casino y en el Teatro Principal.
Era el corazón de todas las celebraciones, y lo sigue siendo. Del Carnaval y de la Semana Santa. 

La gente joven se dispone a divertirse el próximo Carnaval. Según nuestras noticias, el lunes, segundo día, por la tarde, darán los Exploradores en el teatro Principal un animado baile, al que concurrirán, además de las niñas que han trabajado en el festival del pasado domingo, que lucirán los preciosos trajes que en aquel sacaron, los hijos de los socios del Casino, Ateneo y Club Victoria.
Entre los pequeños danzarines reina el mayor entusiasmo, pues la fiesta, para la que es indispensable el traje de máscara en los niños, promete gran brillantez.
El Porvenir, 08/02/1917

El día anterior, domingo, el Centro Popular Cartagenero había celebrado un baile infantil de piñata para sus asociados en el Teatro Circo, de cuatro a siete. 

Las comparsas de Carnaval, además de las populares de Alvira, Los Carthagos o Los blancos y azules, también estaban constituidas por estudiantinas como la de la Cruz Roja, de carácter benéfico. Esta era una orquesta compuesta de guitarras, bandurrias y laúdes dirigida por don Paco Peragón y en los coros por don Isidoro Nájera y don Pedro Egea. El músico don Ángel Rogel también participaba con su estudiantina para recoger fondos destinados a la Casa de Expósitos. Un año llegó a recaudar 1.219 reales.