viernes, 7 de julio de 2017

Colegio de la Purísima Concepción en la calle San Miguel

En la calle donde hoy está el edificio administrativo del Ayuntamiento de Cartagena, edificio del antes colegio San Miguel, de las religiosas de San Vicente de Paul, se erigió el antiguo Convento de San Miguel. En aquel lugar se abrió esta calle, y uno de las fincas la ocupó el colegio de la Purísima Concepción, fachada que apreciamos en la fotografía.
Colegio de la Purísima Concepción

Allí, como en otros centros educativos de la ciudad, se promocionaba el teatro y la música. En El Eco de Cartagena del 24 de abril de 1874, seguramente con motivo del nuevo adoquinado de esa calle y otras cercanas, se organizó una soarée músico-teatral que el periódico recoge:

En la noche del domingo último previa invitación asistimos al teatrito del establecimiento literario, que en esta ciudad dirige el presbítero D. Miguel Pons.
Después de una bonita sinfonía de piano y armonium, tocada á cuatro manos, por los niños José Rivadabia de nueve años, Joaquín Alfonso y José Asuar acompañándoles su digno profesor de música D. Julián Bas, se pusieron en escena tres piececitas o juguetes cómicos titulados: "Las Gracias de Gedeón", "La Novia del General" y "El que no está hecho á bragas..." distinguiéndose los alumnos José García Cervantes, Juan Cervantes Sanz de Andino y Rafael Gómez de Mercado, excitando sobremanera la hilaridad de los asistentes, Mariano Marín y Abadie en el gracioso papel del General Mejicano.
Los demás niños que tomaron parte en la función, interpretaron sus respectivos cargos, tanto cuanto es posible esperar y exigir de tan tiernas edades.
La concurrencia fue numerosa y escojida. Además de algunas familias de los niños que asisten al Colegio de la Purisima Concepción y cuyos nombres no recordamos, tuvimos el gusto de saludar á las del Sr. Mayor General del departamento, Cisneros, Fernández de Alarcón, Giron, Pol,  Lopez, Marin y otras cuya enumeración sería difícil.
Felicitamos al Sr. Director y á los profesores de Retórica y Música, que han preparado á los alumnos en tan provechosas, como inocentes tareas, y á todos los colegiales que nos proporcionaron un buen rato de solaz y de recreo.

Llegó a ser tradición educativa completar los estudios con estas materias del teatro y la música en los colegios cartageneros. Otros, como el Patronato de la calle Saura también organizará sesiones de este tipo ya iniciado el siglo XX.

martes, 27 de junio de 2017

La Asociación de Amigos del Conservatorio: su origen, cometidos y futuro.



La Asociación de “Amigos del Conservatorio de Música” de Cartagena nace a finales de los setenta, después de la muerte de Franco. Los alcaldes que en aquello tiempos se sucedieron fueron conscientes, de una u otra manera, de las reivindicaciones seculares del claustro de profesores del Conservatorio. Los problemas que se habían acumulado para el centro durante los cuarenta años de la dictadura, necesitaban soluciones ahora que se iniciaba la transición hacia una España democrática.
El socialista Enrique Escudero de Castro, elegido en las primeras elecciones democráticas para las corporaciones locales celebradas el 3 de abril de 1979, fue el primero que consiguió que el Ayuntamiento, despreocupado del Conservatorio todo ese tiempo, volviera otra vez su mirada a esta institución musical. Se dio la circunstancia que los demás partidos políticos también mostraron su interés en solucionar la problemática que venía arrastrando el centro educativo desde su nacimiento como centro municipal en 1925.
Fruto de este proceso de concienciación fue la designación en el pleno de una comisión compuesta por los concejales Ana María Cabrera y Antonio Martínez Giménez, destinada a la creación de un patronato de amigos del Conservatorio y la redacción de un informe por parte de los servicios técnicos municipales para la realización de obras de acondicionamiento del edificio [Plaza de España], que no era adecuado para las necesidades educativas del Conservatorio. Diario Línea, 13/06/1979.

En aquellos primeros pasos para resolver la precariedad del Conservatorio, la prensa se hace eco de todo lo tratado sobre el mismo: crecimiento de la matrícula pese a sus carencias, falta de garantías educativas, crítica situación económica, etc. En ese momento su director era Antonio Lauret Navarro, cuyas declaraciones consistieron en un llamamiento a los organismos oficiales para evitar ese estado tan precario de las instalaciones, mobiliario y material. Diario Línea 12/12/1979.
Así, se trataba de asegurar un mejor porvenir para el Conservatorio: si seguir con una verdadera recuperación del mismo para el Municipio o si traspasarlo a manos del Estado. Se implicaron en ello los concejales de los demás partidos junto al propio alcalde Escudero de Castro, como los Sres. Tera Bueno, Alcaraz Quiñonero, de Jódar Aullón, Bonnet Casciaro y Ruipérez Sánchez. En dichas conversaciones intervienen activamente los miembros de la recién fundada Asociación de Amigos del Conservatorio, para dar voz a los padres y madres de alumnos del Conservatorio como parte interesada en la resolución del conflicto. Su primer cometido sería la de dar forma a sus Estatutos, lo que se conseguiría a principios de 1980. Esta Asociación se transformó después en la primera Asociación de Padres de Alumnos del Centro, presidida por Sergio Evlampiev Aguirre y secundada por Antonio Martínez Pérez y Emilio García.
Posteriormente, los profesores del Conservatorio en sesión de claustro extraordinario celebrada el 12 de agosto de 1980 optarían por seguir bajo la tutela municipal ante las promesas del Consistorio de destinar un presupuesto para el funcionamiento del centro. Las irregularidades en el cumplimiento de lo presupuestado por el Ayuntamiento, que ya resultaba insuficiente para el normal funcionamiento del Conservatorio, devolvieron al profesorado y padres de alumnos el malestar y las dudas sobre si se habían tomado las decisiones apropiadas. En este momento la prensa retomó el tema creando todavía más confusión, ya que junto al problema real se hablaba sobre otros como la conversión del centro a rango de conservatorio superior o la de centro integrado con la enseñanza del ballet.


Lo cierto es que la Asociación de Padres de Alumnos, por iniciativa del grupo municipal de UCD, se había dirigido a la Delegación Provincial del Ministerio de Educación obteniendo la conformidad para hacerse cargo del Conservatorio. El Ayuntamiento, ante el requerimiento de la Delegación, había ofrecido los locales de La Milagrosa para la ubicación del centro, como había aprobado en pleno del 30 de enero de 1981. El 12 de agosto de 1982, el Consejo de Ministros aprobó por Real Decreto la incorporación del Conservatorio de Cartagena a la Administración del Estado. (Lanzón Meléndez, 2004) La no ubicación del centro en el edificio de La Milagrosa es otra historia.

viernes, 9 de junio de 2017

La enseñanza de la danza y baile español en el conservatorio


CONSERVATORIO Y DANZA


La última semana hemos asistido a la publicación de algunas noticias relativas a la propuesta por parte del alcalde don José López de permutar unos terrenos para la ampliación del conservatorio y la posibilidad de que sea un centro para las enseñanzas de música y de danza. Cuando comencé mis estudios musicales en los locales del conservatorio en la plaza de España, de enseñanza elemental desde 1942, se impartían allí clases de danza; no sé si de manera oficial o se preparaban para examinarse de forma libre en Murcia.
El caso es que el traslado del conservatorio en 1958 a los locales que compartiría en el edificio de la plaza de España de la escuela de Comercio con diversos organismos como la Biblioteca Municipal, la Escuela de Aeromodelismo y otros, debió de hacerle coincidir también con la Academia Municipal de Ballet y de esa forma se compartió también profesorado.
Hoy he rescatado de El Noticiero del 24/11/1969 uno de aquellos ejercicios artísticos que aglutinaban al alumnado de las diversas especialidades que se cursaban en el conservatorio cartagenero. La festividad de santa Cecilia aparece como motivo de esta fiesta escolar.
En ese periodo, las actuaciones se celebraban en el pequeño salón de actos del cercano colegio de las religiosas Adoratrices. La primera parte se desarrolló con las interpretaciones de las jóvenes alumnas María Gema Marín, María Luisa Cavas, Mari Carmen Currás, Dolores Hernández, Mari Carmen Guerra, y los chicos Luis Romero y Agustín Conesa como solistas de piano. A cuatros manos interpretaron la segunda rapsodia húngara de Liszt las señoritas Aurora Morenete y Marita Godínez. Siguió la actuación del coro del centro con dos canciones regionales: Valdevezana y Zamorana.
En la segunda parte, tras el reparto de premios a los alumnos y alumnas merecedores de ellos, se dedicó íntegramente al ballet con la actuación de las alumnas Amelia Querol, Gloria Martínez, Inés Díaz, Paloma de Sagazán, Carmen Contreras, Manolita Fernández, María Nieves Terry, Maruja Contreras, Yolanda Pérez, Marina Vilar, María Antoñita Miralles, María José Balsalobre, Mari Carmen Anaya, María del Carmen de Lara, Isabel de Lara, María José Rios, Lola María López, Mercedes Benedicto, María Dolores Martínez y Rosario Gómiz. Esta foto es del año anterior en el mismo festival, quizás con las mismas alumnas:


Desde 1972, la enseñanza del ballet tanto clásico como español en la Academia de Ballet anexa al conservatorio estaba a cargo de las profesoras María Luisa Guirao y Antoñita Ramos. Los espectáculos tanto de baile como de teatro y declamación, así como zarzuela estuvieron presentes en el conservatorio desde sus inicios, ya que se contaba con la enseñanza de la declamación y canto, y la actividad coral siempre fue tratada de manera preferencial por sus profesores.

Enlace a noticia:  http://www.laverdad.es/murcia/cartagena/oposicion-exige-lopez-20170607013255-ntvo.html

domingo, 28 de mayo de 2017

Antecedentes musicales en el Ateneo de Cartagena en 1856


El 17 de enero de 1856 publicaba El Correo Cartagenero un artículo donde se elogiaba esta institución destinada a favorecer la cultura, servir de lugar para compartir aficiones y punto de reunión de lo más florido de la sociedad de Cartagena. En concreto, se dedica a ensalzar la ejemplar labor de los profesores que allí ofrecían sus servicios a los socios de manera gratuita. 
Esto representaba una ocasión única para darse a conocer, respaldar su honor, y a cambio podían conseguir algún alumno particular. Destaca su juventud y que eran solteros, así que deducimos que este empleo podía servir de promoción para futuras posibilidades laborales.

El artículo lo describe así:

La impertubable constancia con la que los Sres. profesores del Atenéo desempeñan sus honoríficos y gratuitos cometidos, es una de las cosas que llaman nuestra atención.
Célibes los más y en el periodo de la vida en que el corazón arrastra al hombre, es casi un fenómeno su comportamiento; pues cuando comunmente todos en su edad solo pensábamos en diversiones y asuntos peculiares á la inesperiencia, ellos uno y otro día concurren solícitos á sus cátedras, y sin que les anonade ni arredre el número escaso de discípulos y oyentes.
Laudable virtud sin duda, que tal contraste forma con la apatía é indiferentismo de los padres. Y bien ¿qué inferir de lo que palpamos? una verdad sin duda, pero triste y desconsoladora. Los profesores del Atenéo comprenden que el saber, delicia del alma, es el principio del poderio y engrandecimiento; é inpertérritos por tanto y llenos de uncion, sonríen y atraen á sus discipulos, como las buenas madres de familia alhagan y acarician al inesperto hijo, cuando le asean y visten.
¿Pero y es posible que se perpetue tan mísera antítesis? ¿será dable que á tal generosidad y desprendimiento correspondamos con tal fea ingratitud? no; no lo esperamos de los buenos cartageneros.

De lo hasta aquí narrado se pueden deducir dos cosas: la apuesta que constituye este proyecto del Ateneo a favor de la cultura para la ciudad de Cartagena, y su reciente andadura que se traduce en la todavía incipiente y escasa asistencia de los ciudadanos a estas clases. Es decir, en el artículo periodístico se está elogiando la iniciativa del Ateneo y los magníficos profesores que participan de las enseñanzas ofertadas y llamando a una mayor afluencia de público a estas, parece ser, recién inauguradas actividades formativas y culturales de interés para la ciudad. Y a continuación hace un retrato del nivel cultural de la Cartagena de mediados del XIX.

Pudo dudarse un día del buen écsito del establecimiento, pudo creerse que no fuese estable; pero en la actualidad que ya hemos visto que los recursos no escasean, y es inagotable la constancia de los que enseñan, nuestro comportamiento debe variar; no pudiendo ser otra la variación, ni debiendo ser, sino la de concurrir á las cátedras como alumnos ó como espectadores.
Y sucederá cual lo anunciamos, porque asi lo ecsigen nuestro buen nombre y utilidad comun: y decimos que por nuestro buen nombre debemos concurrir; por que es indecoroso para un pueblo comerciante el casi desconocer el idioma patrio é ignorar los mas generalizados de la culta Europa: por que es repugnante el que en una ciudad maritima, tengan noticia las mas de las horrendas tempestades del turbulento mar del cabo de Buena esperanza, ó de los intensos frios del de Hornos, de la América del Sur, y se ignore ó desconozca la latitud y longitud de la metrópoli de España.

Debemos subrayar el concepto que había de Cartagena como metrópoli española. La importancia de su puerto y su lugar estratégico dentro del territorio español, lugar donde se hablaba de lugares tan recónditos y desconocidos como esas rutas marítimas que se desconocían en otras latitudes de la nación, contrastaba con la incultura de sus gentes hasta en la propia lengua y con más razón en las extranjeras. El periodista carga sus tintas con adjetivos que no debían agradar a nuestros ciudadanos como indecoroso o repugnante. Su llamada a adquirir esa necesaria cultura para nuestro buen nombre pasa por asistir a esas lecciones que el Ateneo se esfuerza por mantener con tal plantilla admirable de profesores.

Y sigue añadiendo buenas razones para ello por el interés común, pretendiendo despertar conciencias particulares dando una rápida panorámica de las disciplinas impartidas:

También deberemos hacerlo por utilidad; porque si el dibujo lineal y natural se desconocen, y los elementos de mecánica se ignoran, en vano esperaremos adelantos en las artes; en las artes que si han de aspirar á un premio, es indispensable que se distingan; y cuando asi lo hacen la distincion las honra, honor alit artes, y fomenta como decia Ciceron, y procuraba hacer el ilustre Campomanes.
A todo, todo sin duda, nos prestaremos; puesto que el Atenéo, con mas impulso y haliento, enseñará hasta cosas de recreo, como la música; y habrirá certámenes de tiempo en tiempo, para las producciones literarias.
Ya hemos dicho lo bastante; pero asi y todo tornamos á repetir, que en lo sucesivo procuraremos todos dirigirnos al Atenéo, por que aun cuando nos pudiera ser indiferente, el que no se propagase la instruccion, ni se formasen distinguidos obreros y contramaestres, para el parque, arsenal y armada; no nos place marcharnos con el dictado de ingratos, y lo seriamos sin duda, si no correspondiésemos con nuestra asistencia al noble desprendimiento de los profesores del, cuya mision no es otra, que la de inocular y esparcir el tesoro de la ciencia, entre sus amigos y contemporáneos.



En la imagen, una vez consolidada la actividad cultural del Ateneo cartagenero, puede verse una partida simultánea de ajedrez en sus salones del piso superior. Corresponde ya al siglo XX, pues el club de ajedrez se constituyó en  noviembre de 1929. Como homenaje, tomaría el nombre del famoso jugador cubano Capablanca. Sus actividades se extendieron hasta 1950. Más información de mano de Juan Ignacio Ferrández, uno de nuestros cronistas oficiales en: 
http://www.laopiniondemurcia.es/cartagena/2017/03/19/club-capablanca/814800.html

Podemos concluir que las actividades que promovió el Ateneo Industrial y Mercantil fundado en Cartagena supusieron la creación del germen que daría lugar a una vida cultural sin precedentes en nuestra ciudad, caldo de cultivo de futuros artistas, que con el tiempo y con ayuda de la rica y fecunda explotación de la industria minera producirá una interesante amalgama social entre militares, comerciantes y artistas que desembocaría en la alegre y próspera sociedad de la ciudad de cambio de siglo hasta los años veinte. En este periodo, una de las empresas que tuvo su origen en este Ateneo que continua su labor cultural es nuestro Conservatorio de Música, como se puede comprobar en esta noticia de 1856 que habla de las recién creadas clases de música. La incorporación de Francisco Aguilar Gómez debió de producirse hacia 1915, cuando esta sección de música se incorpora como Academia Oficial de Música al Conservatorio de Valencia, con el mismo Francisco Aguilar como joven profesor de piano y Maestre de San Juan como profesor de canto. Véase en otro artículo de este blog.



viernes, 12 de mayo de 2017

Pérez Casas y la Orquesta Filarmónica de Madrid en Cartagena

Hace 100 años...


Orquesta Filarmónica de Madrid, dirigida por Bartolomé Pérez Casas
Teatro Circo, 15 y 16 de mayo de 1917

Según el periódico El Porvenir de Cartagena, refiriéndose al célebre maestro lorquino, “como cartagenero podemos considerarlo; aquí se educó, aquí vivió largos años, aquí contrajo matrimonio y aquí guarda sus más caros afectos y sus amistades”.
La empresa del Teatro Circo cedía gratuitamente este espacio para “tributar el debido homenaje a nuestro casi paisano”, aprovechando que actuaba frente a la Orquesta Filarmónica de Madrid en una gira por las principales ciudades españolas. El Eco de Cartagena publicaba un avance de los programas de ambos conciertos:

PRIMER CONCIERTO
1ª parte
Coriolano. Beethoven.
Petite Suite. Debussy.
2ª parte
Goyescas. Granados.
Idilio de Sigfrido. Wagner.
Maestros cantores. Ídem.

SEGUNDO CONCIERTO
1ª parte
Genoveva (obertura). Schumann.
Redención. César Franck.
Murmullos de la selva. Wagner.
2ª parte
5ª Sinfonía. Beethoven.
3ª parte
Scheherezade. Rimsky Korsakov.

El diario La Tierra dedicó un artículo de bienvenida a tan querido personaje, ensalzando su voluntad, puesta de manifiesto desde que era músico de Infantería, participando en reuniones juveniles en “El abanico” de la calle Mayor, donde se ocupaban de “cosas de arte” futuras promesas como el poeta Vicente Medina.

En El Eco de Cartagena se reseñaba por un periodista local, el juicio que el maestro Gerónimo Oliver había emitido en una charla sobre la actuación de esta orquesta. A Pérez Casas lo retrató como el director “más fiel, sincero y honrado de todos los Maestros, en la interpretación de las obras que dirige”.

El artículo destacaba la juventud de los miembros de la orquesta, llenos de vitalidad y entusiasmo, que brillaron por su disciplina moral, subordinación absoluta y compenetración con el Maestro.